Una tarde de este pasado verano, una imagen se me quedó en la cabeza, estaba en el apartamento con mis amigas cuando nos quedamos contemplando a los niños de allí que hemos visto crecer. En esa imagen pudimos observar y reflexionar como habia cambiado la forma de divertirse ya que no se parecían a nuestras tardes de verano. Puesto que se pasaban todas las tardes después de bañarse en la piscina, sentados en los bancos y en el suelo sin despegar sus ojos de las consolas en el mismo lugar donde nosotros pasabamos horas y horas jugando a juegos populares, las horas parecían minutos.
Los juegos tradicionales son los juegos infantiles clásicos o tradicionales, los cuales perduran, pasando de generanción en generación, siendo transmitidos de padres/abuelos a hijos o nietos que se realizan sin ayuda de juguetes tecnológicamente complejos, sino con el propio cuerpo o con recursos fácilmente disponibles en la naturaleza (arena, piedrecitas, ciertos huesos como las tabas, hojas, flores, ramas, etc.) o entre objetos caseros (cuerdas, papeles, tablas, telas, hilos, botones,...).
¿Juegos en peligro de extinción? La verdad no se si estarán en peligro de extinción, pero añoro ir por la calle y no ver un grupo de niños divirtiendose todos juntos jugando a un juego popular.
Esta claro que estamos en un siglo donde los avances tecnológicos juegan un papel muy importante en nuestra sociedad, y como cosecuencia llevan a los niños a pasar el rato casi todo el día frente a una pantalla sin relacionarse con otros niños. Sin embargo, hace no muchos años la diversión de los más pequeños era otra. Por ello, los adultos no debemos permitir que esto ocurra ya que a través de los mismos podemos transmitir a los niños características, valores, formas de vida, tradiciones... Podemos estudiar y mostrar las diferentes variantes que tiene un mismo juego según la cultura y la región en la que se juega. Las posibilidades que brindan los juegos tradicionales son múltiples.
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